LOS DUELOS SILENCIADOS: EL TABÚ DE LA MUERTE EN LA SOCIEDAD ACTUAL

Cuando hablamos de duelo nos referimos al proceso psicológico que comienza cuando perdemos algo que nos es significativo. No solo hablamos del fallecimiento de un ser querido, el duelo también se inicia cuando perdemos aquello que consideramos valioso, puede ser una ruptura de pareja, una amistad, un trabajo, la pérdida de la salud, de la juventud…Podríamos decir que la vida es una sucesión de duelos que hemos de afrontar.

Según el filósofo Jankélèvitch la muerte es el sinsentido que da sentido a la vida negándoselo, y es que “la muerte nos pone frente al misterio de la vida, despierta los grandes interrogantes existenciales, impone silencio y reflexión” (libro La muerte enseña a vivir).

La psiquiatra Kübler Ross fue una gran pionera que dedicó la mayor parte de su carrera profesional a acompañar a las personas en su etapa final de la vida y a sus dolientes. En 1969 publicó el libro Sobre la muerte y los moribundos, donde formuló un modelo explicativo e identificó cinco fases que atraviesa la persona en duelo.

Este proceso comenzaría con una fase de negación, donde aparecerían la incredulidad y el shock; una fase de ira, caracterizada por la rabia y la búsqueda de posibles culpables; una fase de negociación, que incluiría cierta espera o imaginación de otros posibles escenarios que hubieran cambiado el final. Tras ella, aparecería la fase de depresión, en la cual predominaría una enorme tristeza. Esto no significaría un retroceso, sino un avance que nos acercaría a la fase final que es la ACEPTACIÓN, la cual nos permitiría concluir este proceso.

Sin embargo, es importante matizar que estas fases no son lineales. No todas las personas experimentan todas ellas, ni en el mismo orden. Más allá de tener en cuenta estas fases, la elaboración del duelo conlleva dos grandes objetivos: por un lado, la aceptación a nivel emocional de la irreversibilidad de la pérdida, y por otro, la adaptación a una nueva etapa. El proceso saludable contemplaría, por tanto, momentos en los que la persona contactaría con su dolor y momentos en los que contactaría con la vida diaria (Stroebe & Schut, 1999).

El duelo es una respuesta normal y adaptativa que requiere tiempo y elaboración para poder integrar la pérdida de tal manera que nos permita continuar viviendo. Sin embargo, en nuestra sociedad actual, la muerte sigue siendo un gran tabú, más aún en el caso de los denominados duelos silenciados. ¿Qué son los duelos silenciados? Nos referimos a los duelos que son infravalorados e incomprendidos socialmente. Aquellos a los que se les niega el reconocimiento, la validación y la visibilidad que requieren. Son también denominados duelos invisibles, desautorizados o negados. El gran ejemplo de ellos es el duelo gestacional o perinatal.


Duelo gestacional o perinatal

Este tipo de duelo es desencadenado por la pérdida durante el embarazo, el parto o poco después de nacer el bebé. La asociación española Umamanita es pionera en la sensibilización y atención de la muerte y el duelo perinatal. (En su página web podréis encontrar recursos prácticos y ampliar información). Según dicha asociación, un 10-20% de los embarazos se pierden, principalmente durante el primer trimestre. Dentro de este proceso pueden aparecer sentimientos de soledad, incredulidad, impotencia, tristeza, rabia, incomprensión, culpabilidad, ansiedad, apatía, pérdida de autoestima… El apoyo familiar, social y sanitario se torna esencial para su adecuada elaboración. Acompañar y permitir a los padres/madres hablar de su pérdida es esencial, escuchándolos sin juzgar y evitando frases que solo agudizan el dolor: “ya sabes que puedes quedarte embarazada”, “eres joven”, “ya tendrás otro”, “estabas de muy pocas semanas”.

Duelo tras la pérdida de un animal de compañía

Otro gran ejemplo de duelo silenciado es el que aparece tras la pérdida de nuestros animales de compañía. Ellos pueden llegar a ser para muchos de nosotros parte de nuestra familia. El gran vínculo de apego que se genera entre un animal y un ser humano puede parecer incomprensible para aquellos que no lo hayan vivido o más bien sentido. El fallecimiento del ser que ha estado a nuestro lado aceptándonos y amándonos de manera incondicional despierta un inmenso dolor y deja un vacío de tal magnitud que ha de ser respetado. Nada causa más sufrimiento que la ignorancia y los prejuicios que invalidan el dolor de una persona en duelo. En este caso, es importante evitar frases de tipo: “Solo era un perro o un gato”, “ten un nuevo perro”, “no seas exagerado/a” “Cómo te pones así solo por una mascota”. A modo de biblioterapia puede resultar de gran ayuda leer los libros de la especialista en duelo animal Laura Vidal, Cuándo ya no estés y Conmigo siempre.

Si bien es cierto que no existen palabras mágicas frente al dolor, en ocasiones lo único necesario es un acompañamiento empático en silencio. Como dice la frase de Eurípides: “Habla si tienes palabras más fuertes que el silencio, de lo contrario, guarda silencio”.

Recordad que el objetivo no es olvidar ni vivir en el dolor, sino recordar desde el amor. Y aunque nada será tal como era antes, vuestra vida volverá a estar bien, podréis experimentar de nuevo emociones bonitas y rememorar sin ese dolor punzante y agudo. Su huella y vuestro amor perdurarán como una guía en vuestro corazón, más allá de la muerte.



Ana Cristina Martínez Navarro - Psicóloga
Policlínico Virgen del Alcázar Avenida
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